El difícil papel de San José

En muchos aspectos el románico es extraordinariamente desenfadado. Bajo la apariencia a veces tosca del imaginario, subyace un mundo de relaciones, de críticas, de juegos, de picardías y de chistes antiguos.
El maestro cantero no pretendió en general reproducir de forma realista los objetos, animales o personas que esculpía. Eso ya fué conseguido milenio y medio atrás por los griegos, de una manera imposible de superar. El arte románico es un arte mucho más abstracto, y por ello menos fiel a la realidad objetiva de los objetos que representa.
Por ejemplo: no le importa diferencias de tamaño entre personas situadas en el mismo plano porque quiere expresar diferencias de importancia.
En los temas recurrentes e imoprtantes, el tratamiento es especialmente jugoso, porque hay mucho de lo que hablar, y las piedras hablan por medio de sus formas y significantes ya que no lo pueden hacer de otra manera.
Concretemos un tema: la sagrada familia. En la tradición cristiana, puritana de por sí, no existe cosa igual: una virgen, un esposo casto que no ha yacido con su mujer, un recién nacido, una mula (animal estéril) y un buey (un animal castrado).
Puede alguien imaginarse un alejamiento mayor de cualquier contenido sexual?
En este estado de las cosas, hay que reconocer que la figura de San José es una figura difícil: le ha tocado ser padre sin ser padre. No tiene otra misión que la de acompañante; lo mismo podría ser el esposo de la virgen que ser un simple bienhechor que acompaña siempre a la madre y al hijo para protegerla.
Más aún, el ser esposo hace aún más difícil la situación vista desde el lado humano: tan sólo el hecho de que sea el mismo Dios el que ha embarazado a su esposa hace posible que San José acepte una situación que de otro modo hubiera sido inaceptable.
En la ilustración que encabeza este post vemos la escena de la adoración de los Reyes Magos, en la que aparecen los personajes habituales: la virgen, el niño, San José y los tres reyes ofreciendo sus presentes.
San José está, pero parece que no está. Está ausente, impropiamente mirando distraído hacia otro lado, ajeno completamente a una escena que se supone importante.
Manuel Guerra en su libro Simbología románica (1) afirma que San José aparece invariablemente en un extremo en la escena de la adoración de los magos, siempre con cachava y envejecido.
Jaime Cobreros en su obra Las rutas del románico en España (2) cuenta que esta apariencia de San José de estar de prestado en la escena es completamente habitual en el románico.
¿Es posible que el maestro que esculpiera este tímpano de la portada occidental de la iglesia de Biota, en la comarca zaragozana de las Cinco Villas nos quisiera contar chascarrillos sobre la situación peculiar del casto José?
Uno diría que sí, porque el maestro no escatimó esfuerzos a la hora de mostrar la extraña disposición del santo: incluso está con la cabeza indolentemente apoyada en su brazo derecho, como quien espera con aburrimiento a que termine una reunión familiar especialmente pesada...
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(1). "Simbología Románica". Manuel Guerra. Fundación Universitaria Española.
(2). "Las rutas del románico". Jaime Cobreros. Grupo Anaya.
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